El ejercicio físico es un arma efectiva contra la obesidad y una herramienta clave para prevenir enfermedades como las cardiovasculares y la diabetes, entre otras. De hecho, cada vez más médicos prescriben deporte como la mejor terapia para tratar determinadas afecciones.
Hasta aquí todos más o menos hemos escuchado alguna vez hablar de las ventajas que tiene para nuestra salud física, pero ¿estos beneficios se trasladan también a la salud mental? La respuesta es sí.
En palabras de la psicóloga clínica Patricia Sánchez Merino, socia cofundadora de Centro TAP. Tratamiento Avanzado Psicológico, “el ejercicio físico mejora la función mental, la agilidad, la autonomía, la memoria, la imagen corporal y la sensación de bienestar, por lo que está indicado en cualquier momento y situación de la vida de la persona”.
En palabras de la psicóloga clínica Patricia Sánchez Merino, socia cofundadora de Centro TAP. Tratamiento Avanzado Psicológico, “el ejercicio físico mejora la función mental, la agilidad, la autonomía, la memoria, la imagen corporal y la sensación de bienestar, por lo que está indicado en cualquier momento y situación de la vida de la persona”.
La especialista destaca que son muchos a nivel psicológico. Algunos de ellos son:
- Reduce la sensación de estrés y aumenta la sensación de optimismo, euforia y flexibilidad cognitiva.
- Se segregan endorfinas, unas hormonas que tras hacer ejercicio provocan un gran bienestar.
- El ejercicio físico ayuda a la autorregulación, de manera que su práctica reduce la intensidad de emociones como la ira, la agresividad, la ansiedad y la depresión.
- Además disminuye la sensación de fatiga, por lo que la persona se percibe más enérgica, con mayor capacidad de trabajo, y descansa mejor.
“Todo esto a su vez contribuye a que la persona tenga un mejor concepto de sí misma, es decir, mejora la autoestima”, añade Sánchez Merino.
Además, el ejercicio físico cumple diferentes funciones dependiendo de la edad. La psicóloga clínica indica que en el caso de los niños la interacción de su cuerpo con el espacio contribuye a numerosos aprendizajes del ser humano, como la orientación espacial, la coordinación viso-motora, etc. “Esta construcción se realiza mediante la interiorización, la exploración y la práctica, lo que contribuye a su vez a entrenar la memoria y a consolidar su esquema corporal”, matiza.
En el caso de las personas mayores, el deporte mejora la calidad de vida: previene la osteoporosis, incrementa la fuerza, flexibilidad y resistencia de los músculos y reduce el deterioro de éstos por el paso de los años. “Aquellos que lo practican se encuentran más ágiles, con mayor sensación de bienestar, y además, con mayor nivel de autonomía, por tanto, con mayor sensación de juventud”, apostilla.
Integrarlo para tener éxito
“El deporte son hormonas de la felicidad al alcance de cualquiera”. Es decir, estos beneficios los puede tener cualquier persona. Sin embargo la especialista hace hincapié en la importancia de incorporarlo como un hábito de vida saludable, ya que el deporte que proporcionará mejores resultados en el individuo será aquel que se mantenga con el paso del tiempo.
Sin embargo, esto puede resultar difícil hoy en día ante el ritmo de vida que lleva gran parte de la sociedad y donde el deporte es una tarea más que añadir a la lista. Para que los reajustes que cada persona tenga que hacer al incluirlo en su rutina no caigan en saco roto, la especialista señala que es crucial identificar para qué hacemos deporte, qué tipo de ejercicios nos apetece hacer, y con cuánta frecuencia podríamos comprometernos. No sirve de nada ponernos metas difíciles que podrían llevarnos a abandonar la práctica.
Otros factores a tener en cuenta es ajustar el tipo de ejercicio, la intensidad y la frecuencia en los casos en los que exista alguna patología.
“Hay personas que en el ejercicio buscan soltar adrenalina, otros competitividad en equipo, y muchos quieren relajación, fortalecimiento muscular, adelgazamiento, etc. Como vemos, los fines que perseguimos al practicar deporte son diversos, todos provocan bienestar, pero la clave será identificar lo que buscamos más concretamente con la práctica de un deporte para poder obtener los mejores resultados a nivel personal”, especifica.
¿Y si tenemos estrés? En estos casos Sánchez Merino indica que practicar ejercicio supone en muchos casos un momento de desconexión, centrarse en lo que ocurre aquí y ahora y alejarse de las preocupaciones.
“También es la oportunidad de estar con gente, de distraerse, y por qué no, de cansarse, lo que supondrá una mejor calidad de sueño, algo que suele verse deteriorado en los episodios de estrés. Además, se liberan endorfinas que son las hormonas del bienestar, la persona tendrá una sensación muy agradable tras practicar deporte, por lo que la sensación de estrés se reduce significativamente”.
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