Las cenas tardías, cuando los valores de melatonina están elevados, pueden producir alteraciones metabólicas, según las investigaciones de Marta Garaulet en la Universidad de Boston, que se publican en “Sleep”.
Marta Garaulet, dietista-nutricionista, desarrolla desde 2008 una investigación en la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos) para conocer el impacto y los efectos que tienen los horarios de ingesta de los alimentos sobre la propia dieta y la salud humana. Esta labor, en colaboración Frank Scheer, director del Departamento de Cronobiología y Sueño de Harvard, se centra actualmente en la relación que hay entre la hora de la cena, sobre todo cuando ésta es tardía -en las dos horas previas a irse a la cama- y cómo afecta al metabolismo glucídico y a la salud en general. Para Garaulet, doctora en Farmacia y master en Salud Pública, “queremos demostrar que la hora de esa última comida es importante en la obesidad y en la tolerancia a la glucosa”.
Los resultados obtenidos hasta el momento confirman que una cena tardía aumenta el riesgo de padecer problemas de obesidad y diabetes. Según ha explicado a DM, “hemos realizado un estudio randomizado en mujeres jóvenes y sanas con un peso saludable en el que se comparaba la tolerancia a la glucosa (tras una carga oral de 75 g) por la mañana (9 AM) y por la noche (9 PM)”. Los resultados, que se publican en la revista “Sleep”, muestran que “la misma carga de azúcar tomada por la noche aumenta la intolerancia a la glucosa y disminuye la sensibilidad a la insulina. Además, cuando se suministraba melatonina a las mujeres (5mg), la intolerancia a la glucosa aumentaba aún más”.
Los resultados del estudio sugieren que comer tarde por la noche, cuando tenemos elevados los valores de melatonina en el organismo, puede producir alteraciones metabólicas. Además, los resultados preliminares en tejido adiposo humano en cultivo “muestran de nuevo que la sensibilidad a la insulina es mayor (58 % más) por la mañana que por la noche”. Por tanto, según Garaulet, “una cena tardía, cuando nuestro organismo no está preparado para tolerar la glucosa puede afectar a nuestro metabolismo, al grado de obesidad, y a la larga aumentar el riesgo de padecer diabetes. Nuestra hipótesis sugiere, además, que la genética individual puede también influir en una mayor o menor intolerancia a la glucosa si se come durante las dos horas y media antes de ir a la cama”. La idea de base de este impacto es que la melatonina “aumenta la intolerancia a la glucosa y, por eso, tanto para aquellos que toman melatonina exógena (por problemas de sueño) como para los cenadores tardíos, se debe tratar de evitar que la melatonina coincida con consumos elevados de azúcares o dulces”. Es por tanto importante que los profesionales sanitarios aconsejen que, “si se quiere tomar melatonina para los problemas de sueño, se distancie de la cena”.
Cambio de patrones
Por ello la hora de la cena tiene un impacto significativo especialmente en nuestro país, ya que “es muy típico cenar pasadas las nueve y media de la noche. De hecho, un análisis realizado en más de 3000 pacientes que acuden a perder peso a diversos centros de Nutrición Garaulet en España concluye que 1260 sujetos (42 %) es cenador tardío”. La experta ha recordado que “presentamos una distribución de comidas muy particular, con desayuno ligero, comida al mediodía copiosa (sobre las tres de la tarde) y cena ligera tardía. De estos patrones, algunos son aconsejables, como tomar la mayor parte de las calorías del día al mediodía (en España casi la mitad de la energía que se ingiere se hace en el mediodía), o tener una cena ligera”. Sin embargo otros hábitos quizás sería mejor cambiarlos, como el desayuno, “que debería ser más fuerte”, y los horarios de la comida del mediodía y de la cena, que en ambos casos se deberían adelantar, “para comer siempre antes de las 3 de la tarde, y cenar siempre al menos 2 horas y media antes de irnos a la cama”.
Por ello la hora de la cena tiene un impacto significativo especialmente en nuestro país, ya que “es muy típico cenar pasadas las nueve y media de la noche. De hecho, un análisis realizado en más de 3000 pacientes que acuden a perder peso a diversos centros de Nutrición Garaulet en España concluye que 1260 sujetos (42 %) es cenador tardío”. La experta ha recordado que “presentamos una distribución de comidas muy particular, con desayuno ligero, comida al mediodía copiosa (sobre las tres de la tarde) y cena ligera tardía. De estos patrones, algunos son aconsejables, como tomar la mayor parte de las calorías del día al mediodía (en España casi la mitad de la energía que se ingiere se hace en el mediodía), o tener una cena ligera”. Sin embargo otros hábitos quizás sería mejor cambiarlos, como el desayuno, “que debería ser más fuerte”, y los horarios de la comida del mediodía y de la cena, que en ambos casos se deberían adelantar, “para comer siempre antes de las 3 de la tarde, y cenar siempre al menos 2 horas y media antes de irnos a la cama”.
Destruir mitos con la investigación
Garaulet, en consonancia con lo expresado por el Consejo General de Dietistas-Nutricionistas, ha insistido en la importancia de investigar sobre nutrición para desterrar falsos mitos, así como las dietas milagro. En su opinión, “es necesario hacer una investigación más rigurosa para formular hipótesis reales”, y ha recordado que “en España el dietista-nutricionista tiene poca visibilidad y debemos conseguirla con buenos currículos, apoyarnos en investigaciones para llevar a cabo nuestra profesión y hacer que la gente coma mejor”. De forma gráfica, ha concluido que “solo con investigación y consenso saldremos de las dietas milagro”.
julio 23/2015 (Diario Médico)
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Effects of Experimental Sleep Restriction on Weight Gain, Caloric Intake, and Meal Timing in Healthy Adults
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