Aprovechar las ventajas de la bici en una urbe y, a la vez, disfrutar sin sustos o accidentes es posible si se siguen varios consejos
Imagen: FaceMePLS
Andar en bicicleta por ciudad es bueno para quien lo practica y para los demás: es saludable, reduce la contaminación y los atascos, ahorra dinero, etc. Para disfrutar de esta experiencia y evitar posibles sustos o accidentes, sobre todo cuando se circula por la calzada con coches, este artículo señala varios puntos para convertirse en un buen ciclista urbano.
Elegir la bicicleta más adecuada
Tan importante como un buen calzado para andar es elegir una bicicleta que mejor se adapte al tamaño del ciclista, su peso, sus condiciones físicas o el tipo de recorrido. Como hoy en día se pueden encontrar diversos modelos, conviene pensar antes qué uso se le dará: las urbanas son más ligeras y cómodas para ir por ciudad; las de montaña son más resistentes pero cuesta más pedalear; las híbridas aúnan las características anteriores; las eléctricas ayudan al pedaleo (útil para cuestas y recorrer calles con coches); y las plegables ocupan poco espacio y dan más opciones para llevarlas en transporte público y guardarlas en el lugar de destino. Si están dentro del recorrido y horarios, otra opción son las bicicletas de préstamo público. Una vez que se tenga la bici, lo recomendable sería probarla antes, de manera que al salir a la ciudad con el tráfico urbano se esté a gusto y seguro.
Ir en bicicleta por ciudad es seguro
Andar en bicicleta por ciudad es más seguro que ir en coche
Si se tiene miedo o preocupación, es mejor no subirse a la bicicleta. Por supuesto que puede pasar un accidente, pero las estadísticas muestran que andar en bici por ciudad es más seguro de lo que se piensa, más incluso que ir en automóvil. Lo normal es que un conductor circule con cuidado con el resto de vehículos que van a su alrededor, ya sean otros turismos, motos o bicicletas. Además, cuantas más bicis hay en las poblaciones urbanas, la percepción psicológica del riesgo disminuye y los conductores son más conscientes de que no son los únicos que circulan por la calzada.
Imagen: William Murphy
Asumir la fábula de la liebre y la tortuga
La sensación de que se tarda más que en coche, o de que incomoda por su menor velocidad a los conductores, también disuade de ir en bicicleta por la ciudad. En realidad, el ciclista urbano es la tortuga de la fábula y el automovilista, la liebre: la bici es algo más rápida que el turismo en trayectos de hasta cuatro kilómetros; parecida, entre cuatro y seis; y solo un poco más lenta, en trayectos de entre seis y ocho kilómetros, según un estudio de la Comisión Europea. Además, las bicicletas en ciudad realizan una función de calmado de la circulación beneficiosa: a menos velocidad, menos accidentes mortales y menos contaminación. Si algún conductor incívico pita al ciclista solo porque considera que le obliga a ir más despacio, lo mejor es acordarse de ello y devolverle una buena sonrisa.
Tener a punto la bicicleta
Al circular por una urbe en bici hay que tenerla a punto, en especial ruedas y frenos para evitar sustos, y llevar los elementos establecidos por el reglamento de circulación, como casco para menores de 16 años, elementos de visibilidad al andar de noche y un timbre. Asimismo, hay otros complementos recomendables, como candados, gafas de sol, parrilla y bolsas para llevar objetos, etc.
Circular con corrección
Si el ciclista quiere que le respeten, también tendrá que respetar a los demás: ir bien visible, en especial de noche; marcar las maniobras con los brazos; hacer caso de semáforos y demás señales y normas de circulación; adelantar a los automóviles por la izquierda; no ir con auriculares ni hablar por teléfono, etc. Si no hay carriles bici, y se tiene que circular por la calzada, es aconsejable comportarse como un vehículo más: no colarse entre los huecos de los coches ni pararse a los lados e ir por el centro del carril, para evitar ángulos muertos y que adelanten con poca distancia de seguridad.
Conocer bien la ruta
Antes de ir al lugar de destino es recomendable estudiar el camino y las posibles rutas, si hay carriles bici, más o menos tráfico, cuestas, longitud del trayecto, zonas para aparcar bicis, etc. De esta forma se hará el camino de manera más tranquila y segura, evitando maniobras extrañas, y llegando antes. En caso de duda se puede probar por varias rutas hasta dar con la mejor.
Convencerse de las ventajas y disfrutar de la bici
Más que el físico -no hace falta ser un ciclista profesional para ir en bicicleta por la ciudad-, es importante el aspecto psicológico: hay que estar convencido de las ventajas ambientales, económicas y para la salud de este medio de transporte. Andar en bici es una experiencia grata que pone en forma, reduce la contaminación, permite ver mejor la localidad y sus elementos y ahorra dinero. Por tanto, hay que convencerse y disfrutar de cada pedaleada.
http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2015/11/18/222924.php
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