El Congreso de EE.UU. ha prohibido el uso de ftalatos en la fabricación de juguetes infantiles por sus efectos nocivos sobre la salud
La denominada ‘comida rápida’, esto es, aquellos alimentos que, por lo general, más que comer ingerimos para ‘satisfacer’ nuestras necesidades energéticas de la manera más fugaz posible, ha sido tradicionalmente tildada como un tipo de comida poco saludable. De hecho, son muy numerosos estudios que alertan de que el consumo de este tipo de comida se asocia con una mayor incidencia de obesidad y, por tanto, con un mayor riesgo de distintas enfermedades –entre otras, las cardiovasculares y la diabetes–. Y es que la comida rápida contiene grandes cantidades de sal, grasas y calorías. Es más; un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken en Washington (EE.UU.) muestra que la comida rápida tiene una gran cantidad de ‘ftalatos’, compuestos químicos utilizados en el empaquetamiento industrial que suponen un grave riesgo para la salud tanto de los menores como de los adultos.
Concretamente, los ftalatos –o ésteres de ácido ftálico– son un grupo de compuestos químicos comúnmente empleados como plastificadores –es decir, se añaden a los plásticos para incrementar su flexibilidad–. Y si bien estos ftalatos se han utilizado tradicionalmente en la fabricación de diversos productos –desde esmaltes para uñas y perfumes hasta pesticidas–, su uso en juguetes infantiles fue prohibido en 2008 por el Congreso de los Estados Unidos. La razón, el impacto negativo que estos compuestos tienen sobre la salud.
Como explica Ami Zota, directora de esta investigación publicada en la revista «Environmental Health Perspectives», «la gente que consume mayores cantidades de comida rápida tiene niveles hasta un 40% superiores que el resto. Así, nuestros resultados son motivo de preocupación dado que los ftalatos se han asociado a serios problemas de salud en niños y adultos».
Comida rápida y ftalatos
El estudio fue llevado a cabo con la participación de 8.787 adultos que cumplimentaron un cuestionario sobre su alimentación en las últimas 24 horas –incluyendo la comida rápida– y se sometieron a un test de orina para evaluar la presencia de dos ftalatos específicos: ftalato de bis(2-etilhexilo) –DEHP– y ftalato de diisononilo –DiNP.
Los resultados mostraron que, comparados frente a aquellos que no habían consumido comida rápida, los participantes con mayor consumo de este tipo de alimentos tenían unos niveles de metabolitos de DEHP y de DiNP en la orina muy superiores –concretamente, un 23,8% y un 40% mayores.
Como apunta Ami Zota, «el DEHP y el DiNP son dos ftalatos que se siguen utilizando a pesar de la preocupación que origina que se puedan desprender de los productos y llegar al cuerpo humano. Además, los estudios realizados para evaluar el impacto de la exposición de estos compuestos sobre la salud sugieren que pueden dañar el sistema reproductivo y provocar infertilidad».
Sin embargo, y contrariamente a lo mostrado en distintos estudios previos, los investigadores no observaron una relación directa entre el consumo de comida rápida y la presencia de bisfenol A, estrógeno sintético que se utiliza en la fabricación de envases de plástico y latas de comidas y refrescos. Pero aun así, indican los autores, «las personas que comen mayor cantidad de comida rápida tienen mayores niveles de bisfenol A que aquellas que aseguran no probarla».
Y en el caso de los ftalatos, ¿su presencia es similar en todos los tipos de comida rápida? Pues, según los resultados, no. Como informa Ami Zota, «los productos que contienen cereales o carne son los que contribuyen de una forma más significativa a la exposición a los ftalatos. Concretamente, hay una gran variedad de alimentos que incluyen cereales, caso del pan, la pizza, los burritos y los platos de arroz y tallarines. Además, estudios previos ya habían identificado a los cereales o gramíneas como una importante fuente de exposición a estos productos químicos potencialmente nocivos».
‘Sentido común’
Y estos ftalatos, ¿qué efectos potencialmente perjudiciales tienen sobre la salud de los que los ingieren? Pues como reconocen los autores, se requieren estudios más grandes y a largo plazo en los que se muestren los efectos de estos compuestos. De hecho, no se sabe realmente cómo estos ftalatos han llegado a los alimentos. Y es que si bien los autores aluden a que los ftalatos se utilizan directamente en la producción de la comida rápida, otros estudios defienden que son consecuencia de una contaminación, es decir, que derivan de los plásticos que se emplean en el envasado de estos alimentos.
Sea como fuere, y hasta que se realicen estudios más grandes, Ami Zota reclama «sentido común. El consumo frecuente de comida rápida no está recomendado porque contiene grandes cantidades de sal, grasas y calorías. Y las personas conscientes de este hecho no se pueden equivocar si consumen más frutas y vegetales y menos comida rápida. Una dieta compuesta de alimentos integrales ofrece una variedad de beneficios para la salud que van más allá de la cuestión de los ftalatos».
http://www.abc.es/salud/habitos-vida-saludable/abci-comida-rapida-contiene-ftalatos-compuestos-quimicos-nocivos-para-salud-201604130146_noticia.html?utm_source=Base+de+Datos+de+Nutrinfo&utm_campaign=6e8ab896cd-Boletin_Abril_2016&utm_medium=email&utm_term=0_be04ba01b0-6e8ab896cd-249195449
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